SALIENDO DEL HOSPITAL. 18 ENERO.
A un año vista… qué felicidad más grande! Poder querer a alguien de esa manera y vivir
con tantísima emoción detalles tan pequeños… Qué regalo estar experimentando mi
propia maternidad gracias a ti, Ana Belén.
Miro la foto de la salida del hospital. Lo único que nos
asemeja a las famosas es el cartel de atrás. Yo, con mis manitas blancuzas y
pálidas del “impacto” y con una inflamación que me tuvo casi un mes sin poderme
poner la alianza… Ni peluquería ni modelazo. Pero una emoción inolvidable. Un
sentido de agradecimiento a todas las personas que se alegraron por mí, que
fueron a verte, que se acordaron de nosotras y fueron a regalarte algo. Y
encima, todo salió bien. Porque bien significa todos los pequeños capítulos y
episodios que tuvimos, igual que el resto del mundo.
Y papá, como se le ve en la foto: grande. Echándote el brazo
por encima para protegerte a ti que proteges a la niña.
De pronto comenzaron a salirme poderes: escucharte, predecir
lo que te pasa, ¡vivir sin organización es posible doña cuadrícula! ¿y qué me
dices de la paciencia? Paciencia para ver si deja de estar amarilla, paciencia
para ver si duerme cuando yo ceno, paciencia para ver si los granitos son sólo
seborreicos, paciencia para que te traten de ignorante en todos sitios… También
me he hecho maga, si te canto una nana, te adormeces, si te doy yo el
cocimiento te lo comes… es que tus padres son tus salvadores.
Qué conexión con la naturaleza se vive cuando eres madre, la
lactancia es la gran prueba. Hablas con el resto de madres y te conectas a la
vida. No eres única, eres universal, que no es igual. La intuición es mi gran
aliada, y si no la sigo… luego se confirma que tenía que haberlo hecho. Además,
soy tu madre, y si quiero probar algo yo mando y soy la jefa. También es algo
que una debe aprender en esta experiencia. Por eso perdonas más al resto de las
mujeres madres del mundo. Pues cada una quiere vivir a su manera y su hija será
feliz porque su madre lo es. Al final tu hija termina identificándose con las
pautas que tú le vas dando hasta que hacéis una familia.
Qué año más bonito hemos vivido, Ana.
5 MESES.
Ya nunca volverá mi niña. Aquella a la que había que meterle
la mano por la manga del pijama para sacarle los deditos. Porque de pronto,
cuando llego la primavera y el verano descubrió que se podía poner bocabajo y
mordisquearlo todo. Y con el otoño pasó a la investigación reptadora para
acabar el invierno llamando a papá, a mamá, diciendo “hola” telefoneando a sus
titas y escondiéndose.
Yo sólo de sentir amor hacia ti y saber que me quieres
tantísimo creo que ya he cubierto mis expectativas de felicidad. ¡Ahí va la
profesional feminista! No es que lo demás no importe, es que estando tú, el
resto es totalmente secundario. ¿Qué sería de mi vida sin ti? ¿Y qué era antes?
Creo que no hay nadie más feliz que papá y yo cuando nos metemos en la cama
acurrucándote, los 3 juntos.
7 MESES.
Algún día sé que volarás, y sé que como este año, toda la
crianza será una continua escuela para mí. Tendrás tu propia personalidad y
habrá cosas que no me gusten. Lo veo en todo lo que yo le he hecho a mis padres
y lo que viven mis amigos que son padres, cómo me hablan de sus hijos mayores.
Deseo que el cordón umbilical nunca se corte y nos amemos
tanto como ahora en la modalidad que toque por cada edad y siempre me alimentes
con tus dos ojazos negros. Se me ensancha el corazón de saber que soy tu
referencia en la vida, y espero que para siempre tu madre sea para ti lo más
grande. Gracias.
1 comentario:
Que suerte la mía....
Te quiero mucho amor mío.
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